Barreras a la digitalización de las pymes y cómo superarlas

  • Transformación digital

No es que el ecosistema de la pequeña y mediana empresa no tenga claro las ventajas y la necesidad imperiosa de digitalizarse. Lo que sucede es que no es un proceso sencillo, ya que un proceso de digitalización requiere, además, de entender que el cambio es necesario, superar muchos miedos.

Si para una gran empresa es difícil afrontar un proceso de transformación digital, las pymes se muestran aún más temerosas a afrontar el cambio, lo que supone un importante freno para poner en marcha su verdadera transformación. Según Datisa, son tres los frenos que justifican esta contención al cambio:

Miedo al fracaso

Las pequeñas y medianas empresas, tan sensibles a los cambios y a las consecuencias de los mismos, deben evaluar y medir muy bien sus pasos, porque un error puede provocar efectos devastadores. Pero las pymes de este país han demostrado su habilidad para enfrentarse a situaciones comprometidas, y su transformación digital está interiorizada, solo falta encontrar el modo más seguro de abordarla.

¿Qué se puede hacer? Para minimizar el miedo, lo mejor es disponer de toda la información posible. ¿En qué punto estamos? ¿Dónde queremos estar? ¿Qué recursos tenemos para llegar al objetivo? ¿Cómo vamos a financiar el proceso? Todas estas son cuestiones básicas. Encontrar las respuestas no siempre es fácil, pero con las herramientas necesarias para acceder a los datos objetivos, será más fácil tomar decisiones concretas, pudiendo visualizar qué áreas son más estratégicas, qué equipos están más preparados, en qué entorno pueden impactar menos los cambios, etc., y a partir de ahí, empezar.

Reticencia a la inversión

Pocos cambios son los que no implican costes, y las pequeñas y medianas empresas compiten la mayoría de las veces con presupuestos francamente pequeños. Eso hace que este tipo de organizaciones estén acostumbradas a estirar los recursos con los que cuentan y a llevar a la práctica extrema el principio del “más por menos”. Pero, la digitalización no se puede hacer a medias, aunque sí abordar por etapas, marcando hitos e intentando alcanzarlos dentro del calendario establecido.

¿Qué se puede hacer? Hay que ser contenidos y, antes de nada, entender el impacto que tendrá esa inversión en el conjunto global del negocio. Por regla general, los presupuestos en una pyme se van reajustando, algo que forma parte de la flexibilidad de estas empresas, y mediante el uso de una herramienta de gestión presupuestaria pueden controlar mejor sus inversiones y las consecuencias que estas tienen para todos los departamentos que la conforman. Además, si todo está perfectamente documentado, será más fácil planificar en años sucesivos.

Desconocimiento

 “Ser de la vieja escuela” o “Yo ya estoy mayor” son excusas que en el contexto de los negocios no sirven. Es cierto que no es fácil adaptarse a los cambios, más aún, si estos vienen impuestos, pero los usuarios han cambiado, la tecnología ha cambiado, las necesidades han cambiado, la legislación ha cambiado. En el caso concreto de la transformación digital, es cierto que a las empresas nativas digitales les resulta cuanto menos curioso que el proceso implique tanto recelo para el resto, pero para los negocios que nacieron en el siglo pasado, enfrentarse a conexiones en remoto, comunicaciones online o la exigencia de respuestas inmediatas ha supuesto, además de una readaptación tecnológica, una mentalización personal.

¿Qué se puede hacer? La palabra clave es formación. Formación para mejorar las habilidades y capacidades digitales, para adquirir el conocimiento necesario para sentirse fuerte ante los cambios, y en cualquiera de sus versiones: presencial, online, en grupo, individual, mentoring, comercial y técnica. Además de aprender, es clave rodearse de profesionales con altas capacidades, de los que también pueden aprenden.