Qué supone el cloud para los departamentos financieros
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Bajo el modelo cloud la inversión en tecnología no requiere desembolsos iniciales, ni contratos a largo plazo que resultan difíciles de amortizar. De este modo, la gestión de la infraestructura IT se alinea de forma más eficiente con los objetivos de la empresa, y los departamentos financieros pueden centrarse en aportar valor al negocio.
El cloud computing desempeña un papel determinante en la contratación y externalización de servicios de infraestructura TI. Al ser una manera de utilizar la tecnología como un servicio, el cloud permite centrarnos en sacar el máximo provecho a las TIC, desvinculando su uso de las complicaciones técnicas, algo que asumen los proveedores cloud como Arsys. El cloud permite así a las empresas hacer cosas que hasta hace poco tiempo no podían ni imaginar, y hacerlo además de una forma sencilla, rápida y sin preocuparse por su administración técnica ni de la obsolescencia de las TIC, ya que una plataforma cloud crece y mejora sus funcionalidades en tiempo real, una exigencia del mercado actual para las empresas de cualquier tamaño y sector.
Antes de la llegada del cloud, el modelo tradicional de arquitectura IT se basaba en previsiones que muchas veces no se cumplían o se sobrepasaban con creces, generando además de la inversión inicial, muchos recursos infrautilizados o la falta de recursos informáticos suficientes para responder a la demanda de los clientes. Esto generaba mucha incertidumbre en las empresas. El cloud soluciona estas dudas, ya que es un modelo de tecnología donde se paga exclusivamente por lo que se utiliza, al minuto, y el cliente sabe exactamente qué recursos consume, cuándo y para qué, con total transparencia. No hay nada más sencillo de gestionar, ni para los equipos informáticos, ni para los departamentos financieros que controlan la inversión en infraestructura IT de cada proyecto.
Ahora, bajo el modelo cloud, la inversión en tecnología no requiere desembolsos iniciales, ni contratos a largo plazo que resultan difíciles de amortizar. Todo desembolso pasa del CAPEX al OPEX, el coste de propiedad se flexibiliza y se controlan los gastos hasta tal punto que podemos saber cuánto se invierte exactamente en cada servicio TI, algo que es muy importante en la mediana y gran empresa o en las compañías que necesitan conocer los gastos a la perfección para repercutírselos al cliente final. Y no solo en el hardware que necesitamos para almacenar y ejecutar aplicaciones, sino también con los costes de licenciamiento del software, que siempre resultan más difíciles de gestionar.
Este cambio en el paradigma es muy importante para los departamentos encargados de la contratación de infraestructura IT, ya que sólo es necesario firmar un contrato marco de provisión con un proveedor cloud y que los equipos técnicos vayan ampliando sus funcionalidades a medida que las necesiten, sin entrar en negociaciones interminables que se abren y cierran constantemente porque se va desplegar una máquina más o se va cambiar una configuración. Todo ello, de forma acompasada a la evolución del negocio y perfectamente sincronizada con las necesidades más puntuales del ciclo de vida de cada proyecto, con soluciones de infraestructura que crecen o decrecen sin costes de entrada o salida, eficientemente y sin desaprovechar recursos.
De este modo, la gestión de la infraestructura IT se alinea de forma más eficiente con los objetivos de la empresa, y los departamentos financieros pueden centrarse en aportar valor al negocio, involucrándose en las decisiones más determinantes y que contribuyen directamente en el negocio, como analizar la selección del proveedor, la negociación de las condiciones o los acuerdos de nivel de servicio, y no en si un servidor está amortizado o su coste se sale de lo previsto si hay que contratar uno nuevo.