La metodología de trabajo agile cala en las empresas

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Ya son muchas empresas las que están implantando pilares clave del 'agile' como el trabajo flexible e incluso el teletrabajo. Concretamente, el 69% de las empresas han introducido alguna política de espacio de trabajo flexible. Además, estas políticas han aumentado la productividad un 21%.

La metodología agile, también llamada agilismo, es un método de trabajo caracterizado por la transparencia, la colaboración y la valoración de cada profesional sobre procesos y herramientas. Este modo de enfocar el trabajo hace destacar valores centrados en las personas, que tienen clara su contribución al objetivo de la marca, trabajan en equipo, toman la iniciativa, e incluso riesgos controlados de los que aprender. Pues bien, ya son muchas empresas las que están implantando pilares clave del agile, como el trabajo flexible e incluso el teletrabajo.

Es importante destacar que el modelo no sirve solo a grandes empresas. El agilismo también puede ser aplicado en pymes o en equipos de autónomos trabajando juntos. Además, aporta importantes ventajas a los trabajadores, incluyendo mayor conciliación laboral y personal, ahorro, menos estrés, y trabajar de forma más cómoda, sin necesidad de correr por las mañanas.

Los puestos flexibles, por llamarlos de algún modo, o el horario flexible, no son las únicas medidas adoptadas. También se cuenta con más herramientas digitales, pero es en el horario flexible donde vemos una relación directa en la mejora de la calidad de vida del empleado. Según un estudio global realizado por IWG, el 69% de las empresas han introducido alguna política de espacio de trabajo flexible. Además, estas políticas han aumentado la productividad un 21%.

El agilismo va más allá de permitir una horquilla de entrada y salida al trabajo. También implica hacer cambios culturales de importancia, como dar autonomía al empleado (que actúe en lugar de esperar órdenes) o premiar las contribuciones reales y concretas en lugar de los resultados. Esta manera de operar requiere un cambio de enfoque del método tradicional “de arriba a abajo” a la vez que se delegan funciones y se hace más horizontal la clásica pirámide organizacional. Es decir, no elimina a los responsables, pero sí hace que todos se sientan más dueños de su trabajo y de los resultados del mismo.