El coste de los ciberataques se dispara un 25% para las pymes españolas
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Las pequeñas y medianas empresas, que representan más del 99% del tejido productivo nacional, afrontan un escenario cada vez más complejo en materia de ciberseguridad. El aumento del coste de los ataques responde a su mayor sofisticación, la creciente dependencia digital y unas normativas más exigentes.
La ciberseguridad se ha convertido en uno de los principales desafíos para las empresas españolas. Según datos del INCIBE, en 2024 se gestionaron 97.348 incidentes, un 16,6% más que en 2023. De ellos, más de 31.500 afectaron directamente a compañías, incluidas miles de pymes, que ven cómo el coste de recuperarse de un ataque se ha incrementado un 25% en los últimos años.
El fraude digital, principal amenaza
El último Informe de Cibercriminalidad del Ministerio del Interior revela que el 89% de los ciberdelitos registrados en España son fraudes informáticos, muchos de ellos dirigidos a empresas. Este tipo de ataques se ha convertido en el problema más recurrente para las pymes, que dependen de sistemas críticos para su operativa diaria.
“La pyme española está más informatizada que nunca, pero también es más vulnerable”, señalan desde Secure&IT. “Una parada del ERP, un fraude por suplantación, un ataque de ransomware o la caída de un servicio puede suponer días sin facturar, pérdida de clientes y sanciones. Y ese coste no deja de crecer”.
El aumento del impacto económico responde a varios factores acumulados, incluida la mayor sofisticación técnica, con ataques que combinan ingeniería social, robo de credenciales y exfiltración de datos; la dependencia digital creciente, que convierte cualquier interrupción en un problema para ventas, facturación, atención al cliente o cadena de suministro; y exigencias regulatorias como NIS2, DORA, ENS o CRA, que obligan a notificar incidentes, demostrar diligencia y mantener medidas de seguridad adecuadas.
Francisco Valencia, director general de Secure&IT, explica que “el incremento del coste de un ciberataque se ha acelerado debido a la mayor complejidad técnica de los ataques, la dependencia digital del negocio y las crecientes exigencias regulatorias que afectan a cualquier organización, independientemente de su tamaño”.
La mayoría de las pequeñas y medianas empresas reconoce no contar con un plan formal de respuesta a incidentes. Muchas dependen de un único backup o carecen de visibilidad sobre accesos y dispositivos conectados a su red. La ausencia de prácticas básicas como copias de seguridad, autenticación robusta, monitorización continua o revisiones periódicas de proveedores sigue siendo uno de los principales puntos débiles.
Valencia añade que “recuperarse de un ataque es mucho más caro que hace cinco años porque, aunque la empresa no haya crecido, los ataques son más complejos y exigen más trabajo técnico, legal y organizativo”.